Mi Mejor Color
Me encontraba en una construcción muy grande, era una bodega con techos de metal, paredes muy altas, con una entrada amplia con una puerta de dos naves que llegaban hasta la parte superior de la estructura.
Vi que en ese espacio amplio habían stands donde se vendían diferentes productos. Los stands estaban organizados en hileras por donde se podía caminar.
Yo veía desde arriba, aunque no había segunda planta, desde la esquina derecha de la bodega. Veí relucir el piso era blanco mientras la mayoría de los stands se achiquitaban hasta volverse diminutos. Sólo uno, localizado en la esquina izquierda, permaneció de su tamaño.
Yo, de nuevo me encontraba en la entrada con un par de amigas que no conozco en mi vida real. Vimos que ese stand en la esquina, era un stand donde vendían maquillaje de la marca Trinny London.
Ella me dió un frasquito redondo que era un lápiz labial de color violeta. Un color que nunca escogería para mí, pues estoy segura que no me queda bien en mi tez tan blanca.
Yo miré a la estilista muy sorprendida, abriendo los ojos y preguntándole si estaba segura de su escogencia. La estilista muy amorosamente me dijo que sí:
– Confía. Pruébalo. Te vas a sorprender.
Tomé el frasquito, lo abrí y me puse el color en mis labios. En la cara de la estilista se dibujó una sonrisa. Tomó un espejo redondo que reposaba en la mesa y me lo puso en mi mano izquierda.
Miré el espejo, miré a la estilista. Me di media vuelta en dirección a la pared blanca. Subí lentamente el espejo buscando mi cara. Y sí, fue sorprendente. El color violeta era mi mejor color. Iluminaba mi cara completamente, acentuando mi nueva tez, una piel muy oscura acompanado de cabello negro muy rizado.
– Este es tu verdadero “yo”– escuché.

